A UN SINDICALISMO CON CALIDAD

América Latina está saliendo de los códigos de trabajo que proporcionaron una protección paternalista al trabajador, restringieron los derechos sindicales y, en muchísimos casos, no fueron implementados en un sentido objetivo y honesto. En cambio se están estableciendo nuevas relaciones entre patrono y empleado basados en la flexibilidad, o sea más y más trabajos temporales y de baja remuneración donde el temor a perder el trabajo precario crea barreras al sindicalismo. El primer modelo creó resentimiento en los empleadores, el segundo está fomentando un resentimiento profundo en el trabajador, además de un mercado de consumo nacional más y más débil. Ninguno de estos conceptos de relaciones laborales son adecuados para los retos de hoy en día. Si se quiere un nuevo tipo de empresa y una democracia política, económica y socialmente más profunda, la empresa privada y el movimiento sindical deben repensar las formas de conceptualizar el trabajo y llevarlo a cabo. Se puede producir un cambio positivo en el lugar de trabajo, no porque el trabajador y la gerencia tengan la misma agenda, sino porque las diferentes agendas crean un balance de poder que permite decisiones sabias tomando en cuenta las necesidades de las dos partes.