EL INCREMENTO DEL SUELDO SIN DIGNIDAD

La decisión del Gobierno de fijar el salario básico en USD 240 anuncia conflictos. Y fue precisamente él mismo quien se encargó de abonar el terreno para la inconformidad de los trabajadores, cuando, condescendientemente, se refirió al 'salario digno'. Era previsible, entonces, que los trabajadores intentaran negociar los USD 320 insinuados por el propio Gobierno. En ese escenario, difícilmente podía alcanzarse un acuerdo. Era obvio, además, que el Ministerio de Relaciones Laborales dirimiría el 'desacuerdo tripartito' tomando una decisión unilateral, 'técnicamente' sustentada. El Gobierno, desde su convicción paternalista, luego de que empresarios y trabajadores fueron incapaces de llegar a consensos, hizo sus propios cálculos, que dejan descontentos a unos y a otros. Ahora vendrá la resaca, con trabajadores molestos, dispuestos a reeditar sus jornadas de protesta, a sabiendas de que se trata de una causa perdida. Los empresarios enarbolarán la bandera de siempre: 'Nadie nos entiende'. Ellos tienen la convicción de que son incomprendidos, de que el país no se percata de la importancia de su contribución. Parte de la incomprensión, que generalmente encarna cada Gobierno, consiste en exigirles que compartan mejor sus dividendos, que den a sus trabajadores la oportunidad de también experimentar en algo el lado amable de la vida, que para ellos, modestamente, significa comer a diario y mandar a sus hijos a la escuela. Obviamente, para muchos empresarios el esfuerzo del alza salarial será verdaderamente exigente, pero es una exigencia que deben asumirla como un ejercicio de carácter humanista, como una manera de coexistencia sana y generosa, sin que sientan menguado su ideal de la abundancia personal. El alza salarial tendrá reacciones duales, pues mientras algunas empresas la asumirán sin mayores complicaciones, como parte de su responsabilidad social; otras patalearán y terminarán maltratando a sus clientes, que tanto dicen cuidar.