LA POLEMICA DEL YASUNI
Tema(s): En: El Universo 26 ene. 2010, p. 6Resumen: El presidente Correa ha resuelto dar una segunda oportunidad a su iniciativa del Yasuní. Sin embargo, no está claro cuál es el plazo que los nuevos comisionados tendrían para cumplir su objetivo. ¿Un año, dos años, seis meses? La pregunta es válida, pues el país tiene derecho a saber con certeza cuándo se comenzará a explotar la riqueza petrolera ubicada en esa zona o si esa explotación no se dará jamás. Es más, suponiendo que se encuentren países en número suficiente dispuestos a aportar dineros al fondo, ¿qué sucederá, por ejemplo, si luego cambian de opinión? ¿Tendríamos que iniciar un nuevo peregrinaje para encontrar nuevos donantes y volver a celebrar otro convenio? Además, lo apropiado sería pedir que esas contribuciones equivalgan al costo de oportunidad que los ecuatorianos asumen por cada barril que no se explota, pues la utilidad -si así puede llamársela- de no explotar es el aporte al medio ambiente mundial. Cualquier suma inferior a esa variable implicaría que el Ecuador ha asumido una carga desproporcionada. Más que preocuparnos por los posibles beneficios que la explotación puede traerle a Correa, deberíamos centrarnos sobre las implicaciones que trae la lógica que subyace en algunas posiciones extremas para el futuro del Ecuador. El problema sigue siendo el cómo explotar nuestros recursos naturales racionalmente. La facilista opción de simplemente no hacerlo no es una opción. A menos que decidamos dejar de ser un país petrolero y olvidarnos de la minería. Entonces es eso lo que deberíamos debatir.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura | Info Vol | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Analítica de Seriada | BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO | El Universo. 26 ene. 2010, p. 6 | Disponible |
El presidente Correa ha resuelto dar una segunda oportunidad a su iniciativa del Yasuní. Sin embargo, no está claro cuál es el plazo que los nuevos comisionados tendrían para cumplir su objetivo. ¿Un año, dos años, seis meses? La pregunta es válida, pues el país tiene derecho a saber con certeza cuándo se comenzará a explotar la riqueza petrolera ubicada en esa zona o si esa explotación no se dará jamás. Es más, suponiendo que se encuentren países en número suficiente dispuestos a aportar dineros al fondo, ¿qué sucederá, por ejemplo, si luego cambian de opinión? ¿Tendríamos que iniciar un nuevo peregrinaje para encontrar nuevos donantes y volver a celebrar otro convenio? Además, lo apropiado sería pedir que esas contribuciones equivalgan al costo de oportunidad que los ecuatorianos asumen por cada barril que no se explota, pues la utilidad -si así puede llamársela- de no explotar es el aporte al medio ambiente mundial. Cualquier suma inferior a esa variable implicaría que el Ecuador ha asumido una carga desproporcionada. Más que preocuparnos por los posibles beneficios que la explotación puede traerle a Correa, deberíamos centrarnos sobre las implicaciones que trae la lógica que subyace en algunas posiciones extremas para el futuro del Ecuador. El problema sigue siendo el cómo explotar nuestros recursos naturales racionalmente. La facilista opción de simplemente no hacerlo no es una opción. A menos que decidamos dejar de ser un país petrolero y olvidarnos de la minería. Entonces es eso lo que deberíamos debatir.
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