ANTE EL ESPEJO

De las muchas enseñanzas que puede dejar la debacle argentina, tres tienen especial importancia para el Ecuador. La primera, de carácter económico, hace relación al anclaje del tipo de cambio: allá por medio de la convertibilidad, acá por la dolarización. El dilema central de una medida de esta naturaleza no es la imposibilidad de imprimir billetes o de devaluar (que pueden considerarse positivos en contextos caracterizados por el populismo económico), ni siquiera la pérdida de competitividad de los productos nacionales en el mercado externo. El problema está en la producción, la productividad y la distribución del ingreso, porque al mantenerse fija la paridad de la moneda se pone en evidencia que el único recurso de los países pobres para competir internacionalmente han sido los precios bajos logrados por salarios exiguos. La segunda enseñanza, que se sitúa en los campos político y ético, alude a la capacidad de las instituciones para responder a las necesidades sociales y económicas. Un sólido andamiaje institucional constituye la estructura idónea para aplicar cualquier modelo económico, como lo demuestran los casos de Chile, Costa Rica y Uruguay. La tercera enseñanza, de carácter político, se refiere al tipo de régimen imperante en nuestros países. El presidencialismo -con su tendencia a la personalización de la política, su imposibilidad de propender a la conformación de gobiernos de mayoría, su tajante ruptura entre Parlamento y Ejecutivo y la rigidez de sus períodos fijos- es el mecanismo menos propicio para enfrentar problemas de gran profundidad.