DE 3 "CUSIN" A LOS "5 EJES"

En los últimos meses de 1997 el Ecuador, como periódica y habitualmente acontece, enfrentaba una intrincada crisis de tipo institucional, económico, étnica, social, moral y de gobernabilidad, ante cuyo trance de inminente estallido era imperioso un consenso nacional sobre fórmulas y actitudes conciliatorias entre gobernantes y gobernados. Para lograr aquello se organizaron 3 reuniones sucesivas, denominadas "Cusín", de grupos de personalidades ecuatorianas procedentes de diversos estratos profesionales. Fueron 66 los participantes en los 3 cónclaves de ese diálogo nacional. Seis años después, un nuevo presidente de la República, Lucio Gutiérrez, convoca a otro diálogo nacional sobre "5 Ejes" en los que girará su administración ejecutiva: lucha contra la pobreza, combate a la corrupción, competitividad productiva, seguridad frente a la delincuencia y cambios en política internacional. Esta vez ya no fueron 66 sino 500 los participantes en el encuentro, provenientes de tan disímiles como variadas y heterogéneas organizaciones. Varios de lo compromisarios de las 3 "Cusín" habían integrado antes gobiernos centrales y seccionales, poseyendo en sus manos el poder y la autoridad. Otros posteriormente fueron ministros de Estado, legisladores, gobernadores, alcaldes, directivos de cámaras de la Producción y altos funcionarios tanto estatales como privados. El doble discurso, en algunos de ellos, explicaría las inconsecuencias con lo aprobado en los 3 "Cusín". Los resultados del diálogo de los "5 Ejes" imponen su aplicación imperativa, so pena de reeditar tan solo las lucubraciones teorizantes de "Cusín" y su empirismo divagante. ¿Hasta qué punto los diálogos nacionales no son sino la satisfacción altiva del ego colectivo frente al poder y a su omnipotencia? ¿Hasta qué instancia un "diálogo de sordos" gratifica la etiqueta democrática gobernante ante la ciudadanía y su omnipresencia?