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SI NO HAGO LO QUE VEO...

Por: Tema(s): En: El Comercio 12 jun. 2008, p. 5Resumen: La Argentina, país bendecido por el encanto de su gente y la fertilidad de su tierra, paradójicamente tiene el récord al peor desempeño económico del siglo XX. Esto se debe a su nefasta clase política, que, pese a las experiencias del pasado, en esta década no ha dado tregua, pues ahí sigue el dúo Kirchner fiel a la causa de emplear mañas que impiden el desarrollo. El lío es que ahora Correa anda encaprichado en imitar las perversas políticas de la pareja. A comienzos de 2006, los precios subían con viada en la Argentina. Kirchner ya había fijado controles a ciertos precios, pero semejante medida anacrónica había resultado inútil. Entonces prohibió las exportaciones de la carne de res, con el fin de que su oferta aumente en el mercado argentino y siquiera el precio de este producto baje. Con ello perjudicó justamente a quien pretendía favorecer: al consumidor nacional. Pues el precio se ubicó por debajo del costo de varios productores, que salieron del mercado y, en consecuencia, el precio subió aún más. Haciendo la vista gorda a esta experiencia, Correa está perpetrando lo propio con el arroz. Evidentemente la inflación continuó campante en la Argentina. Pero, en vez de finalmente emplear políticas que la frenen, a inicios de 2007 don Néstor prefirió modificar la metodología de cálculo. Pero su esposa heredó el descontento ciudadano por la inflación (la real, no la oficial) que ya superaba el 20 por ciento. Para controlarla se debía disminuir el consumo público o privado. Doña Cristina decidió catapultar el impuesto a las exportaciones agrícolas (el de la soya, por ejemplo, subió del 27 al 40 por ciento), para reducir el consumo privado y a la vez recaudar más para cuadrar las cuentas públicas después del excesivo gasto del año pasado. Pero al elevar así los costos, ha impulsado el desarrollo de industrias extranjeras a costa de las nacionales. En el Ecuador la escena es similar: padecemos un derroche fiscal electorero y el resultante descontrol de los precios. Así que el próximo gobierno tendrá que ver cómo moderar la inflación. ¿Qué tal poner tributos absurdos a un sector aupado por la depreciación del dólar y los altos precios internacionales de sus productos?.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO El Comercio. 12 jun. 2008, p. 5 Disponible

La Argentina, país bendecido por el encanto de su gente y la fertilidad de su tierra, paradójicamente tiene el récord al peor desempeño económico del siglo XX. Esto se debe a su nefasta clase política, que, pese a las experiencias del pasado, en esta década no ha dado tregua, pues ahí sigue el dúo Kirchner fiel a la causa de emplear mañas que impiden el desarrollo. El lío es que ahora Correa anda encaprichado en imitar las perversas políticas de la pareja. A comienzos de 2006, los precios subían con viada en la Argentina. Kirchner ya había fijado controles a ciertos precios, pero semejante medida anacrónica había resultado inútil. Entonces prohibió las exportaciones de la carne de res, con el fin de que su oferta aumente en el mercado argentino y siquiera el precio de este producto baje. Con ello perjudicó justamente a quien pretendía favorecer: al consumidor nacional. Pues el precio se ubicó por debajo del costo de varios productores, que salieron del mercado y, en consecuencia, el precio subió aún más. Haciendo la vista gorda a esta experiencia, Correa está perpetrando lo propio con el arroz. Evidentemente la inflación continuó campante en la Argentina. Pero, en vez de finalmente emplear políticas que la frenen, a inicios de 2007 don Néstor prefirió modificar la metodología de cálculo. Pero su esposa heredó el descontento ciudadano por la inflación (la real, no la oficial) que ya superaba el 20 por ciento. Para controlarla se debía disminuir el consumo público o privado. Doña Cristina decidió catapultar el impuesto a las exportaciones agrícolas (el de la soya, por ejemplo, subió del 27 al 40 por ciento), para reducir el consumo privado y a la vez recaudar más para cuadrar las cuentas públicas después del excesivo gasto del año pasado. Pero al elevar así los costos, ha impulsado el desarrollo de industrias extranjeras a costa de las nacionales. En el Ecuador la escena es similar: padecemos un derroche fiscal electorero y el resultante descontrol de los precios. Así que el próximo gobierno tendrá que ver cómo moderar la inflación. ¿Qué tal poner tributos absurdos a un sector aupado por la depreciación del dólar y los altos precios internacionales de sus productos?.

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