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EL OTRO YO DEL MINISTRO DE ECONOMIA Y FINANZAS

Por: Tema(s): En: Líderes 5 jul. 2004, p. 2Resumen: El caso de Mauricio Yépez es relevante. Lleva más de 22 años en el servicio público, ha sido testigo y protagonista de decisiones económicas importantes. Sabe como funciona el poder que se maneja desde las altas esferas del Estado. El sabe jugar con la dualidad del economista prestigioso y el político que actúa detrás de la cortina. Así se vio la semana pasada cuando convocó a los máximos directivos de los medios de prensa para decirles lo que debían hacer, para increparles abiertamente por el trabajo mal hecho; para demandar responsabilidad y consecuencia en su oficio. Con esta jugada, él solo, hizo convertir al Gobierno en víctima, y a los jubilados, en culpables. De paso, se dio el lujo de 'basurear' a la prensa ecuatoriana, porque no entiende algo que en el FMI es sagrada religión: la prioridad uno del Estado es la estabilidad macro, que dé vida al flujo de caja de los acreedores, y si queda algo, distribuirlo entre la población, solo si queda algo. Yépez se descubrió como un político-economista al que no le disgusta el néctar del poder.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Líderes. 5 jul. 2004, p. 2 Disponible

El caso de Mauricio Yépez es relevante. Lleva más de 22 años en el servicio público, ha sido testigo y protagonista de decisiones económicas importantes. Sabe como funciona el poder que se maneja desde las altas esferas del Estado. El sabe jugar con la dualidad del economista prestigioso y el político que actúa detrás de la cortina. Así se vio la semana pasada cuando convocó a los máximos directivos de los medios de prensa para decirles lo que debían hacer, para increparles abiertamente por el trabajo mal hecho; para demandar responsabilidad y consecuencia en su oficio. Con esta jugada, él solo, hizo convertir al Gobierno en víctima, y a los jubilados, en culpables. De paso, se dio el lujo de 'basurear' a la prensa ecuatoriana, porque no entiende algo que en el FMI es sagrada religión: la prioridad uno del Estado es la estabilidad macro, que dé vida al flujo de caja de los acreedores, y si queda algo, distribuirlo entre la población, solo si queda algo. Yépez se descubrió como un político-economista al que no le disgusta el néctar del poder.

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