LA RIGIDEZ DE POZO

Es cierto que el ministro de Economía, Mauricio Pozo, se ha caracterizado por ser muy apegado a la disciplina fiscal. El país debe endeudarse solo en la medida en que los dineros prestados generen más ingresos que los egresos necesarios para servir a la deuda y a sus intereses. De suceder lo contrario, empezaremos a caer en una deuda creciente a perpetuidad que es imposible mantener en el largo plazo. Lo que eventualmente sucede en caso de que no se encuentre este balance son las macrocrisis como la que vivimos en 1999 y 2000. Por lo tanto, para endeudar responsablemente al país, se debe tratar de mejorar la relación rentabilidad-tasa de interés. Para bajar la tasa a la que puede endeudarse el Estado, se debe bajar el riesgo que los prestamistas perciben del Estado ecuatoriano como sujeto de crédito (riesgo país). Esto se logra con un compromiso firme de pagar las deudas. En esto, el compromiso de Pozo con nuestros acreedores y el FMI es meritoria y reconocida. Para mejorar la rentabilidad de los dineros prestados, se debe mejorar la calidad del gasto público. Igualmente, la disciplina de Pozo de exigir cuentas a las instituciones que reciben dineros del Estado y mantener un estricto apego a la disciplina fiscal es apropiada, aunque resulte difícil para muchos. Puede parecer que la frialdad de Pozo afecta negativamente al país, pero sería preocupante si el ministro estuviera dispuesto a sacrificar el riesgo país, o la calidad del gasto, para bajar temporalmente tensiones políticas o sociales. La rigidez con la que Pozo aplica la disciplina fiscal va en nuestro beneficio como ecuatorianos.