LO QUE SE ESPERABA

El 99 por ciento de los que venden productos y servicios en una economía como la nuestra que es un mercado de ofertas, le agregará el 1 por ciento ó 2 por ciento al precio de los bienes y servicios, convirtiéndose así el impuesto recientemente creado en un agregado al IVA, con el efecto de que el que verdaderamente gana es el empresario que ayer debía pagar el impuesto a la renta y hoy no va a pagar tributo alguno, porque el 1 por ciento lo terminará pagando el usuario o consumidor. El impuesto del 1 por ciento profundiza, como era de esperarse, la pobreza de sectores de menores ingresos que no tienen poder de traslación del impuesto y beneficia a todos los empresarios que sí tienen ese poder de traslación. Los más perjudicados son los que tienen libretas de ahorros, porque siempre, sin excepción, cuando manejen las libretas de ahorros de la única manera que lo saben hacer los pobres, colocando dinero y retirándolo cuando lo necesitan, el 1 por ciento será muy superior a los intereses que los bancos pagan, porque el 1 por ciento se cobra al momento de cada depósito, en cambio los intereses los pagan anualizados. Tan injusto resulta este impuesto para los tenedores de libretas de ahorros, que no tiene antecedentes en la historia del Ecuador, porque nunca antes las libretas de ahorros pagaron impuesto, premiando al que tiene capacidad de ahorrar a plazo porque a ese solo se le cobra el impuesto anualizado.