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PEOR QUE EL CLUB

Por: Tema(s): En: Hoy 16 abr. 2001, p. A.9Resumen: Que el Club de París nos haya quitado la membresía no es malo por sí solo. El no pago de las cuotas que nos ligan a esta sociedad de deudores-acreedores puede significar un mayor respiro, pero solo parcialmente porque, lo queramos o no, debemos dinero a grupos financieros que forman parte del denominado sistema financiero internacional, en donde las reglas son relativamente claras y sencillas: la plata prestada debe volver, sea como sea, al prestamista; de lo contrario, el moroso sufre las penas del infierno, tal como aconteció en el Perú de Alan García en la segunda mitad de los ochenta, cuando ese país se convirtió en paria para los capitales del mundo. El entorno que se avizora no es nada alentador a corto plazo. En el caso latinoamericano, el monto de inversiones se proyecta menor en 2001 y concentrado en las economías grandes y en crecimiento, como México y Brasil. Si a esto le sumamos un país de políticos desentendidos con una realidad implacable, deberemos empezar a encender velitas a los santos, porque lo peor está por verse.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Hoy. 16 abr. 2001, p. A.9 Disponible

Que el Club de París nos haya quitado la membresía no es malo por sí solo. El no pago de las cuotas que nos ligan a esta sociedad de deudores-acreedores puede significar un mayor respiro, pero solo parcialmente porque, lo queramos o no, debemos dinero a grupos financieros que forman parte del denominado sistema financiero internacional, en donde las reglas son relativamente claras y sencillas: la plata prestada debe volver, sea como sea, al prestamista; de lo contrario, el moroso sufre las penas del infierno, tal como aconteció en el Perú de Alan García en la segunda mitad de los ochenta, cuando ese país se convirtió en paria para los capitales del mundo. El entorno que se avizora no es nada alentador a corto plazo. En el caso latinoamericano, el monto de inversiones se proyecta menor en 2001 y concentrado en las economías grandes y en crecimiento, como México y Brasil. Si a esto le sumamos un país de políticos desentendidos con una realidad implacable, deberemos empezar a encender velitas a los santos, porque lo peor está por verse.

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