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LAS CRISIS NO DESAPARECERAN

Por: Tema(s): En: El Comercio 18 mar. 2011, p. 10Resumen: El maremoto de Japón, con todo su dolor, nos vuelve al mundo real. La naturaleza no anticipa sus designios. Actúa unas veces. Responde otras. Advierte frente a los abusos. Obliga a ser prudentes. Impone normas para estar preparados, aunque nunca libera de riesgos. El mensaje es sencillo pero doloroso, se podría decir fatídico, pero las crisis no desaparecerán. Son parte de la vida. Unas por acción de la naturaleza y otras por errores de gobierno y falta de control ciudadano. Para fortuna del Ecuador, las premoniciones hechas hace ocho días sobre la presencia del tsunami en las costas nuestras no llegaron a ser realidad. Solo de pensar lo que podía pasar, sabiendo el elevado nivel de indefensión en el cual está el país, pues no se ha guardado un solo centavo de la abundancia petrolera y contribución tributaria para situaciones imprevistas, pone los pelos de punta. Pero otra vez no parece aprendida la lección. Si revisan la prensa de estos días, no hay una sola manifestación de reflexión sobre el estado de abandono -y peligro- por el cual transita el país por no tener un fondo que atienda estas posibles catástrofes o cualquier otro evento inesperado.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO El Comercio. 18 mar. 2011, p. 10 Disponible

El maremoto de Japón, con todo su dolor, nos vuelve al mundo real. La naturaleza no anticipa sus designios. Actúa unas veces. Responde otras. Advierte frente a los abusos. Obliga a ser prudentes. Impone normas para estar preparados, aunque nunca libera de riesgos. El mensaje es sencillo pero doloroso, se podría decir fatídico, pero las crisis no desaparecerán. Son parte de la vida. Unas por acción de la naturaleza y otras por errores de gobierno y falta de control ciudadano. Para fortuna del Ecuador, las premoniciones hechas hace ocho días sobre la presencia del tsunami en las costas nuestras no llegaron a ser realidad. Solo de pensar lo que podía pasar, sabiendo el elevado nivel de indefensión en el cual está el país, pues no se ha guardado un solo centavo de la abundancia petrolera y contribución tributaria para situaciones imprevistas, pone los pelos de punta. Pero otra vez no parece aprendida la lección. Si revisan la prensa de estos días, no hay una sola manifestación de reflexión sobre el estado de abandono -y peligro- por el cual transita el país por no tener un fondo que atienda estas posibles catástrofes o cualquier otro evento inesperado.

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