LA DECLARACION DE BARCELONA

A fines de septiembre, algunos de los más connotados economistas del planeta, se reunieron en Barcelona para revisar el impacto que, sobre la economía mundial, han tenido las políticas prevalecientes implantadas bajo la influencia del Tesoro americano, el FMI, el Banco Mundial y el BID. En definitiva, el ambiente haría propicio para tratar de recoger en lo que se denominó "La Declaración de Barcelona", ciertas directrices acerca de los temas que a criterio suyo, merecen la mayor atención, de cara a enfrentar de la manera más acertada el futuro de la humanidad. La Declaración, recogida en siete planteamientos fundamentales, ratifica en unos casos y en otros critica severamente las políticas que han venido observándose. La base del cuestionamiento se fundamenta en el hecho de que más de 1 000 millones de seres humanos viven en situación de pobreza extrema. Reclaman que los compromisos asumidos por los países desarrollados para mitigar esta realidad, continúan siendo mayoritariamente incumplidos. Consideran que la receta vigente, originada en el Consenso de Washington y la introducción de políticas de reforma, centradas en la estabilidad de precios y ajustes para mejorar la eficiencia y competitividad, en la práctica, no han dado buenos resultados. Reconocen "como un logro importante" la espectacular reducción de la inflación en Latinoamérica. En contrapartida, preocupa seriamente la recurrencia y severidad de las crisis financieras que han azotado a los países en desarrollo. Declaran que no existe una sola y única receta para garantizar el crecimiento sostenido. Probablemente el más severo de los cuestionamiento está dado por la imposición de que los acuerdos que tratan el comercio internacional, excluyan o manejen de forma asimétrica lo relacionado con la libertad migratoria. Lo más probable es que la pretensión de la Declaración sea incentivar un profundo debate en el ámbito del pensamiento económico.