LOS CONTROLES DE PRECIO

Los economistas, de acuerdo con sus tendencias ideológicas, tienden a favorecer o condenar los controles de precios sobre los bienes. Quienes están a favor de mercados regulados argumentan que los productos más necesarios para una población deberían estar sujetos a regulaciones de precios para proteger el mejor interés de la comunidad. Por otra parte, los partidarios de los precios no regulados consideran que esos controles solamente distorsionan las señales del mercado, puesto que la competencia entre los productores y entre los comercializadores de los bienes y servicios es la que debería estimular la eficiencia en beneficio del consumidor, mientras que los precios controlados impiden a los competidores tener estímulos claros para buscar su eficiencia. Los controles de precio, en general, tienen beneficios tan claros como lo son los perjuicios que causan. A cambio de la estabilidad del precio y la protección del consumidor se obtienen mercados negros, evasiones tributarias, contrabando e ineficiencia que terminan siendo pagados finalmente por los mismos consumidores a través de los impuestos, o de la falta de desarrollo y competitividad del mercado.