¿PESIMISTA O REALISTA?

No hay duda de que el Gobierno sigue jugando a la rayuela: saltando para donde caiga la piedra, la suerte y el capricho. La administración continúa con una política miope respecto de los objetivos y metas económicas, financieras y sociales. Los indicadores económicos son, en su mayoría, desalentadores. Aun cuando las exportaciones se han incrementado en un 15 por ciento durante 2003, en los dos últimos años la balanza comercial fue negativa y continúa esta tendencia por falta de competitividad, contra la importación de productos y servicios de óptima calidad y bajos costos de China, Colombia, Perú, etc. Positiva es la inflación por debajo de los dos dígitos, sin embargo, está distorsionada al ser en dólares y, en realidad, sigue elevada. Todavía nos salvan las remesas enviadas por compatriotas y el petróleo; aunque esto amargamente está por cambiar. Las remesas podrían disminuir ya que los emigrantes empiezan por preferir quedarse en España o EEUU, antes que regresar a un país donde no se advierte futuro. El precio internacional del oro negro en 2005 se desplomaría con la exportación iraquí. Con esto, el Presupuesto del Estado colapsaría, y entraríamos en mora con los acreedores de la deuda pública, la cual representa el 40 por ciento del Presupuesto nacional. Pesimista o realista, si este comportamiento prevalece, en dos años y antes de terminar este Gobierno estaremos llorando por salir de la dolarización porque repetiremos otra crisis financiera y un Estado en bancarrota.