UN PAIS SIN DERECHO Y A LA DERIVA

Las incautaciones a los bienes de los accionistas y directivos del Grupo Isaías son parte de una secuencia de objetivos que se ha trazado el presidente Correa en su estrategia de concentrar el poder del Estado bajo su exclusivo mando. El hecho demuestra una predisposición, sin resquicios ni límites, para arrasar con todo lo que obstruya el cumplimiento del proyecto totalitario motejado de "revolución ciudadana". Para la demoledora conducta oficial, ni el Estado de derecho ni la institucionalidad política tienen significación. Y si para alcanzar el cumplimiento de metas previamente establecidas hay que pasar por sobre la libertad del individuo, sin dudarlo esta queda de lado frente al predeterminado fin. En este ejercicio de arrase y exterminio son utilizados diversos factores. El poder omnímodo pretende ser imparable. Su audacia, prevalida del silencio temeroso de unos y de la agresividad revanchista de otros, apunta a dejar sin piso legal cualquier asomo de respuesta a la vesania y al abuso. Exacerba traumas, resentimientos y venganzas. Utiliza sujetos alucinados, a quienes permite ocultar procedimientos oscuros y responsabilidades legales pendientes, y se apoya en opiniones que sacrifican la objetividad por el rencor. El Ecuador vive uno de sus momentos más críticos. Su colectividad está siendo agraviada por la irresponsable actitud de un Presidente que se lanza en contra de los naturales mecanismos de defensa que una sociedad democrática garantiza para el ciudadano. El pueblo está indefenso. Nadie puede reclamar so pena de ser castigado por jueces o fiscales que cumplen, por adhesión o temor, las órdenes de un mando supremo, indiscutible y único. No existen contrapesos, ni independencia de las funciones del Estado. ¿Quiénes serán los próximos?