LA FALLIDA DICTADURA DE LA MACROECONOMIA

En la década de los noventa, los latinoamericanos recibieron felicitaciones por haberse deshecho, por fin, de las dictaduras militares que habían plagado la historia del continente. Pero, lamentablemente, la dictadura de los generales fue remplazada por la dictadura de una idea: la estabilización macroeconómica. Ahora, también esa dictadura comienza a derrumbarse. A inicios de los ochenta, la mayor parte de América Latina se encontraba en serios problemas económicos (inflación de tres dígitos, déficit fiscales enormes y tasas de crecimiento negativas) después de aplicar por varias décadas una política macroeconómica que ponía el énfasis en la sustitución de importaciones. Posteriormente, un grupo de economistas de la región, con estudios en universidades de los Estados Unidos, comenzaron a sugerir una estrategia de desarrollo completamente distinta. Sostenían que la integración al mercado mundial exige estabilidad macroeconómica. En un país tras otro, la producción comenzó a centrarse en las exportaciones. Según esta visión de desarrollo, la estabilidad macroeconómica debe asfixiar la inflación y controlar el déficit fiscal, con el financiamiento extranjero privado como principal fuente de capital de inversión. Dada la realidad que ha producido, esa "visión" está recibiendo duras críticas por su miopía. Quienes la propusieron, así como quienes la adoptaron, no consideraron variables fundamentales y tradicionales de la macroeconomía, como la demanda, la producción, la inversión, el consumo, el empleo, los salarios y la distribución del ingreso. A pesar de los años de fracasos en mejorar la distribución del ingreso o en crear empleos reales, inversiones y salarios adecuados, la dictadura de la macroeconomía sigue bien afianzada.