¿SE PUEDE PRIVATIZAR?

Seamos realistas, América Latina no ha podido escapar del fenómeno privatizador aunque hoy en el mundo haya vientos que caminen totalmente al contrario (Estados Unidos está debatiendo dar marcha atrás en muchas áreas como la seguridad social, el control aeroportuario, los ferrocarriles). En el mejor escenario, los estados debieran analizar la viabilidad de hacerlo, caso por caso. En el peor de los casos, al menos debieran debatir cómo hacerlo y con qué propósitos. Primero, los gobernantes latinoamericanos se olvidan que negocian para el país, y no para los organismos multilaterales. Se olvidan que pueden poner condiciones y tiempos. Y entonces sí las cosas pueden cambiar. Segundo, los gobiernos buscan descentralización y empoderamiento de los gobiernos locales, pero a la hora de concertar lanzan la piedra y esconden la mano. Tercero, vivimos en democracia. Si eso es así, los procesos de privatización toman tiempo y la asimilación demoran en una población que será la más impactada con el cambio de tarifas o modificaciones en el servicio. Si algún gobernante cree que eso se hace de la noche a la mañana, las consecuencias serán absolutamente predecibles. El escenario político será peor mientras haya gobiernos que sean elegidos con una agenda e implanten otra.