NEGOCIAR EL TLC, DESAFIO A LA INTELIGENCIA

Negociar el TLC no es un asunto sencillo, y menos un tema para timoratos. Se trata del mayor reto para las mentes más lúcidas y la gente más honesta; aquella que sea capaz de hablar con la verdad y negociar con firmeza. Por eso me pregunto, como Estado soberano, ¿está Ecuador listo para hablar de igual a igual frente a otro Estado soberano como EEUU? ¿Seremos capaces de, mientras negociamos los aranceles y la desgravación, sacar legítimo provecho por nuestra posición geopolítica, y por nuestra buena fe al haberles entregado por ejemplo un espacio privilegiado, como Manta, para combatir al narcotráfico, aunque se trate de un enemigo común? ¿Tendremos el coraje para decirle a EEUU que al haber decidido a negociar a pesar de las asimetrías económicas y políticas no declinaremos en nuestro empeño por hacer prevalecer la seguridad jurídica a la hora de abordar los subsidios a la agricultura en EEUU, donde se calcula que para los próximos 10 años el Estado destinará US 173.000 millones? ¿Sabemos en qué áreas exigiremos compensaciones para equiparar estos desequilibrios? Si el TLC es una suerte de reacción natural de EE.UU. frente a la Unión Europea y China la negociación entre los socios continentales más que un acuerdo económico se trata de un acuerdo político entre la mayor potencia del mundo y sus vecinos de economías menores y dispares entre sí, y en esa medida hay que actuar. Al parecer, también hace falta conciencia de que el TLC no es solo con los empresarios ni el Gobierno, sino con los sindicatos, las ONG, los profesionales y el país entero, y, por eso, negociarlo bien es un desafío a la inteligencia.