PERU

La posición del Perú al cerrar las negociaciones con el TLC era esperada. A nadie debería sorprender que un país concluya la negociación de un tratado si ha logrado condiciones que le son aceptables. Se ha cumplido el viejo axioma de política internacional de que en esta materia no existen normas o principios, sino intereses. Pecaron de ingenuos quienes pensaron que la unidad andina se habría de mantener durante todas las negociaciones con los Estados Unidos. Se advirtió en más de una oportunidad que "en la tarde del último día" cada país actuará según sus conveniencias, sin importar que en el camino se queden aquellos con quienes se habían acordado estrategias comunes. Y lo mismo podrá suceder con Colombia en las próximas semanas. Este país tiene razones políticas que rebasan el contenido económico del Tratado de Libre Comercio. Lo más preocupante de este complejo panorama es la debilidad del Gobierno, su poca credibilidad y las serias dudas sobre su comprensión del fenómeno. Un régimen que para nombrar al ministro de Gobierno titular y al secretario general de la Administración provoca una renuncia colectiva del Gabinete absolutamente innecesaria e inoportuna y deja a los ministros en el limbo mientras parsimoniosamente decide su permanencia ¿será capaz de enfrentar con racionalidad y voluntad vigorosa la participación del Ecuador en el TLC?.