MALTRATO A LA AGRICULTURA

La inestabilidad de los ministros es un principio pernicioso de cualquier administración pública, que conlleva turbulencia en los sectores concernidos e ineficacia en la acción de un gobierno. Cambiar ministros en forma tan desaprensiva conduce a una esterilidad absoluta y comporta un mal gasto de los pocos recursos del país. Lo que ha ocurrido en el Ministerio de Agricultura desdice de la responsabilidad que debe primar en los gobernantes, pues no se puede esperar ninguna buena labor de un ministro que está uno, dos o tres meses. Este trato no se compadece con la primordial importancia de la producción agropecuaria por su alto volumen de inversión y de ocupación que da en el medio rural, que es el más pobre del Ecuador, por lo cual la prioridad de todo gobierno hacia este sector es algo de sentido común. En estos trances nos acoge el ALCA y la negociación con Estados Unidos, en donde nos pedirán que el Ecuador abra su mercado irrestrictamente para la producción subsidiada o de países que pueden manejar su tipo de cambio para fomentar sus exportaciones. Esto provocará la desaparición de los sectores no competitivos sin que sea posible la traslación de esas inversiones y del desempleo consecuente a nuevas actividades, pues no se trata de importar otra máquina para hacer otra cosa, pues en agricultura la reconversión productiva demora décadas. Este es el tamaño de la responsabilidad de un buen gobierno para dar al sector agrícola la prioridad vital que necesita. Ojalá el nuevo Ministro de Agricultura tenga el apoyo político y económico del Gobierno, para que haga un buen trabajo y dure en su puesto lo necesario para ejecutar programas bien hechos.