VENTAJAS Y RIESGOS

El Ecuador y Venezuela ratificaron la integración energética latinoamericana y sellaron una alianza estratégica que permitirá construir una refinería con capacidad de procesar hasta 300 mil barriles diarios de petróleo crudo. La ejecutará una compañía mixta 51 por ciento Ecuador y 49 por ciento Venezuela, en dos etapas. En la primera se producirán derivados como diésel, gasolinas y otros. La segunda etapa comprendería la producción de una gama de petroquímicos que el país actualmente importa. La principal ventaja es que el Ecuador -a largo plazo- no dependerá como hoy de la creciente y onerosa importación de derivados del petróleo. El proyecto originalmente consideró una inversión de 3 300 millones. Hoy se manejan cifras superiores a 7 000 millones, aunque por su magnitud y obras complementarias que se emprenderían, su costo total bordearía los 10 000 millones. Es obvio que si el Ecuador es deficitario en la producción de derivados de petróleo, sustituiremos importaciones por producción local, con los beneficios que ello comporta. Pero la pregunta elemental que surge es ¿habrá demanda insatisfecha de amonio, úrea, etileno, polietileno y otros petroquímicos que justifique el esfuerzo de embarcarnos en un complejo petroquímico también? La respuesta es que luce muy riesgoso comprometer al país en petroquímica, sabiendo que actualmente hay dos grandes plantas en Brasil y Venezuela que satisfacen buena parte de la demanda latinoamericana, y hay una tercera planta con tecnología de punta que se está construyendo en Perú con base en un acuerdo suscrito por los presidentes Lula y Alan García para desarrollar a través del consorcio "Petroperú, Petrobrás y Braskem", el mayor proyecto petroquímico de la Costa oeste de América con una inversión de 3 000 millones, utilizando las reservas de gas del complejo peruano de Camisea. Con esas tres plantas estará suficientemente atendida, por algunos años, la demanda de petroquímicos de América Latina.