LA MARATON DE LOS POBRES

Según el ministro de Energía, a partir de la próxima semana se eliminará el subsidio al gas licuado. Medida largo tiempo propuesta por razones políticas y prácticas. Políticas, porque la decisión es claramente impopular; prácticas, porque no se encontraba la manera de compensar el golpe que significa para la economía popular un incremento del 500 por ciento en un bien de primera necesidad, como el gas. No obstante, estamos de acuerdo con que se elimine. Primero, porque como política en una economía abierta como se dice que es la ecuatoriana aunque se habla ya, contradictoriamente, de franjas de precios, los subsidios sólo se justifican en casos muy especiales. Segundo, porque no es lógico que en el presupuesto familiar, un tanque de gas de 15 kgs, tenga el mismo costo que una botela de Coca-Cola. Tercero, porque el subsidio, que se dice le cuesta al Estado US200 millones al año, ha fomentado el contrabando y el uso exagerado de un combustible artificialmente barato para satisfacer demandas suntuarias por parte de ciertos grupos sociales. Cuarto, porque muchas industrias (aunque pagan un precio más alto por kg) utilizan gas para sus generadores, con lo que abaratan costos, sin que el beneficio se traslade al consumidor. Por estas razones, estamos de acuerdo con que debe eliminarse el subsidio al gas. Pero no con el procedimiento esbozado por el ministro, especialmente para compensar "focalizadamente" a las familias más pobres. Si se elimina el subsidio, las compensaciones deberían hacerse por la vía directas de los salarios, sin tratar de crear un sistema vergonzante para comprar un tanque de gas, que dará lugar a negociados de cupones y mercados negros. Finalmente, como la eliminación del subsidio al gas debe estar enmarcada en el programa global de gobierno, que considere la interrelación de todos los sectores de la economía. Las medidas de impacto, sueltas e inconexas, sólo consiguen crear distorsiones que se profundizan y consolidan con el tiempo.