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LA REBELION DE LAS CANAS

Por: Tema(s): En: El Telégrafo 12 jul. 2004, p. A. 4Resumen: Los jubilados han comenzado a cumplir su promesa de morir por su causa, honrando aquella frase utilizada por todos y practicada por nadie de "seguir hasta las últimas consecuencias", en este caso la última consecuencia es la muerte, y esta no parece arredrar a quienes con su altivo reclamo han sentado en el banquillo de los acusados al sistema y sus protagonistas, que hoy, aún señalados por el dedo acusador de la conciencia nacional, siguen endosándose responsabilidades con malabarescos tecnicismos y cálculos electoreros. El problema radica en que estamos en año electoral, y a pesar de que los jubilados no significan necesariamente el principal porcentaje de votos, la indiferencia a su problema si marca la insensibilidad de los mandatarios, que no es que se convirtieron de la noche a la mañana, sino que por conveniencia no se van a poner en evidencia. En realidad todos juegan con los jubilados, y los mantienen en el limbo sin soluciones ágiles y trascendentales, que les permitan, pasar ahora el bache, y superar la problemática a mediano y largo plazo. Soluciones existen, pero los actuales actores políticos al igual que sus antecesores no tienen ningún interés en las mismas, el IESS hace rato que se convirtió en caja chica de los gobiernos de turno, la formación de una comisión tripartita que, como todos conocemos en el medio, es la mejor manera de diluir los problemas, y el veto total del Presidente que postergaría cualquier iniciativa por un año, evidencia que las soluciones no van en serio, y sólo la amenaza de huelga de hambre de los jubilados parece preocupar, no sensibilizar, a un régimen que sin ser el único culpable comparte responsabilidades, e indolentemente sólo pone trabas y excusas mientras los jubilados ponen los muertos.
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Los jubilados han comenzado a cumplir su promesa de morir por su causa, honrando aquella frase utilizada por todos y practicada por nadie de "seguir hasta las últimas consecuencias", en este caso la última consecuencia es la muerte, y esta no parece arredrar a quienes con su altivo reclamo han sentado en el banquillo de los acusados al sistema y sus protagonistas, que hoy, aún señalados por el dedo acusador de la conciencia nacional, siguen endosándose responsabilidades con malabarescos tecnicismos y cálculos electoreros. El problema radica en que estamos en año electoral, y a pesar de que los jubilados no significan necesariamente el principal porcentaje de votos, la indiferencia a su problema si marca la insensibilidad de los mandatarios, que no es que se convirtieron de la noche a la mañana, sino que por conveniencia no se van a poner en evidencia. En realidad todos juegan con los jubilados, y los mantienen en el limbo sin soluciones ágiles y trascendentales, que les permitan, pasar ahora el bache, y superar la problemática a mediano y largo plazo. Soluciones existen, pero los actuales actores políticos al igual que sus antecesores no tienen ningún interés en las mismas, el IESS hace rato que se convirtió en caja chica de los gobiernos de turno, la formación de una comisión tripartita que, como todos conocemos en el medio, es la mejor manera de diluir los problemas, y el veto total del Presidente que postergaría cualquier iniciativa por un año, evidencia que las soluciones no van en serio, y sólo la amenaza de huelga de hambre de los jubilados parece preocupar, no sensibilizar, a un régimen que sin ser el único culpable comparte responsabilidades, e indolentemente sólo pone trabas y excusas mientras los jubilados ponen los muertos.

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