MOROSOS

Se dijo que la incorporación del Ecuador al Pacto Andino exigiría reformas profundas para competir mejor con los socios de la zona. En la práctica nada ocurrió. Por el contrario, se complicó la tramitología hasta el absurdo y se incrementó la maraña legal que dificulta la creación de empresas y su desarrollo. Treinta años después, en 2000, cuando atropelladamente se recurrió a la dolarización como tabla de salvación política, también se prometió realizar las reformas estructurales que hagan posible el fortalecimiento de los sectores productivos. No solo se sostuvo la conveniencia de las reformas, sino del imperativo de ellas ante la desaparición de las devaluaciones, que hasta tanto habían ocultado ineficiencias. En cuatro años no se ha llevado a cabo una sola reforma importante. Al contrario, se han deteriorado aún más áreas que requieren reformas urgentes, como el Seguro Social, el sector petrolero, la electricidad, la contratación laboral, las cortes de justicia y la legislación comercial. Ahora el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos pondrá nuevamente al Ecuador en la obligación de remozar sus instituciones caducas, so pena de sufrir un irreversible impacto por la falta de competitividad de sus sectores productivos. Pero creer en promesas que se han repetido en los últimos 35 años sería pecar de ingenuos, porque no se ve en la dirigencia política siquiera un interés por adentrarse en el TLC, menos para realizar un trabajo responsable en el Congreso Nacional, en donde deben aprobarse las reformas legales.