EL DILEMA EUROPEO

Un alto nivel de desempleo parece convertirse en un rasgo estructural de las economías europeas. El mal tratamiento de un problema tan perfectamente identificado se debe en parte a errores de diagnóstico, y en parte a que pocos gobernantes se atreven a afrontar el problema directamente. Existen todavía mitos sobre el desempleo, como el de que las nuevas tecnologías eliminan el empleo. Pero los países de mayor avance tecnológico (EE.UU. y Japón) registran tasas de desempleo del 5,5 y 3,2 por ciento respectivamente, y el 60 por ciento de los puestos de trabajo son de profesionales y técnicos. Lo que sí es característica del nuevo sistema es la flexibilidad de producción y empleo, la subcontratación, la temporalidad, el trabajo a tiempo parcial y un menor promedio de remuneración y protección social. La realidad actual es que no hay desempleo en el mundo, sino en Europa, debido a la convicción de los europeos de que su modelo de trabajo y bienestar social es superior al del resto del mundo. Existe contradicción en querer la inserción de Europa en la economía global al mismo tiempo que se mantyiene unas condiciones laborales y sociales muy superiores al resto del mundo. La única solución para Europa, si quiere mantener sus instituciones laborales y sociales, sería la secesión de la economía global.