EDUCACION Y SALUD, UTOPIA INSTITUCIONAL

Si la política económica del Gobierno fuera una prioridad, no la tratarían como una esclava de las apetencias políticas del Régimen. Desde el inicio de esta administración, nunca se difundió un mensaje claro del objetivo real del Gobierno en materia económica. Los anuncios han sido para sortear la coyuntura y para echarle la culpa al pasado de cualquier problema presente. Las metas económicas que se han anunciado no se han cumplido, pues jamás se explicó las formas para llegar a esas metas, como el reiterado incumplimiento de crecimiento económico. Todo esto porque la economía actúa a la zaga de la política. Lo que es técnicamente correcto pero tiene algún impacto negativo para la popularidad del presidente o del Gobierno, pues no se lo adopta sino únicamente lo que genera votos y respaldo popular. El diario vivir del Gobierno seguramente es rezar diariamente para que no se derrumbe el precio de petróleo y revisar las encuestas para saber qué decir, qué no decir, sin importar si la economía se sacrifica. No existe la convicción de que las autoridades deben saber que sus cargos son para tomar decisiones, muchas de ellas impopulares pero necesarias para el país. No se trata de aislar la economía de la política, sino de darle al manejo económico la importancia que merece. El proyecto de ley llamado Código de la Producción tiene un mérito: reconoce que el sector privado es importante para la economía y acepta que existe un mercado que fija los distintos precios, a pesar de los reiterados discursos anti mercado del presidente. Lamentablemente, retoma los pensamientos de la CEPAL de hace 50 años que no dieron resultado alguno en América Latina. Los resultados están sobre la mesa. Ni crecemos, ni el empleo mejora ni hay menos pobres. ¡La economía es importante!