EL ECUADOR Y LA CRISIS
Tema(s): En: El Comercio 27 oct. 2008, p. 14Resumen: Aunque sea irónico, es necesario admitir que ahora la crisis sí es de todos. De esta manera, el trillado estribillo gubernamental refleja una realidad que va a demandar sacrificios, cambios estratégicos y, por los menos, evitará que la confrontación que ha sido la tónica del actual Régimen continúe. El Ecuador tiene algunas ventajas, pero está obligado a oportunos ajustes. El dólar nos protege pero encarece las exportaciones; tenemos petróleo y grandes potencialidades en minería y gas, pero algunos sectores tratarán de bloquearlos por mitos ambientalistas. Aunque los costos políticos serán inevitables, no podrá continuar la política de subsidios; además, si no existe la entereza para postergar tantas expectativas creadas con la nueva Constitución, nos precipitaremos a un suicidio colectivo. El sector privado y financiero deberán olvidar los agravios recibidos y amenazas pendientes y disponer una concertación, incómoda, pero indispensable para planificar una economía preventiva que costará a todos.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura topográfica | Info Vol | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Analítica de Seriada | BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO | El Comercio. 27 oct. 2008, p. 14 | Disponible |
Aunque sea irónico, es necesario admitir que ahora la crisis sí es de todos. De esta manera, el trillado estribillo gubernamental refleja una realidad que va a demandar sacrificios, cambios estratégicos y, por los menos, evitará que la confrontación que ha sido la tónica del actual Régimen continúe. El Ecuador tiene algunas ventajas, pero está obligado a oportunos ajustes. El dólar nos protege pero encarece las exportaciones; tenemos petróleo y grandes potencialidades en minería y gas, pero algunos sectores tratarán de bloquearlos por mitos ambientalistas. Aunque los costos políticos serán inevitables, no podrá continuar la política de subsidios; además, si no existe la entereza para postergar tantas expectativas creadas con la nueva Constitución, nos precipitaremos a un suicidio colectivo. El sector privado y financiero deberán olvidar los agravios recibidos y amenazas pendientes y disponer una concertación, incómoda, pero indispensable para planificar una economía preventiva que costará a todos.
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