NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

Las imágenes de cestos con panes con el precio oficial de ¢10 en el Delicattessen del Swissôtel, en Quito, prueban que es posible amasar pan de precio popular. Pero también demuestra que, cuando el Gobierno se interesa, sí puede hacer respetar sus decisiones. Producto de consumo universal, el pan se ha vuelto asunto estratégico para el Gobierno de la revolución ciudadana, que no ha escatimado esfuerzo para entregar harina subsidiada, o ejercer control de precios, vigilando muy de cerca los locales de expendio, para quedar bien con la gente. Comer pan de bajo costo, que podría ser buena noticia para todos, al parecer no termina de convencer ni a los panaderos ni a los consumidores, que presienten que, en cualquier momento, su costo subirá. Tampoco lo es para los conocedores de las reglas del mercado que, aunque odiado e inaceptado por las autoridades, es una realidad.