¿REQUIEM POR EL CREDITO?

La economía ecuatoriana sufrirá un grave revés si el Congreso aprueba sin cambios la Ley enviada por el Ejecutivo para regular a la banca. Los préstamos de mediano y largo plazo -que financian inversiones productivas- tenderán a desaparecer. Las operaciones crediticias serán esencialmente de corto plazo -entre 30 y 180 días- y en montos menores a los que ha estado acostumbrado el mercado. La demanda de dinero se concentrará en lo que se conoce como M1, es decir, billetes, monedas y depósitos a la vista porque, en general, los instrumentos de ahorro se volverán más riesgosos. En vez de profundizarse, el mercado financiero ecuatoriano se desmantelará. ¿Por qué sucederá todo aquello? Tal como está escrita, esa Ley permitiría que cinco personas -cuatro de ellas completamente dependientes del Presidente de turno- puedan ordenar, por ejemplo, que la banca destine 10 por ciento de su cartera a un sector económico determinado. ¿Cuál? El que en ese momento sea políticamente más rentable. Con toda probabilidad, muchas de aquellas operaciones de financiamiento tendrán una débil fuente de repago, por lo que los bancos deberán hacer provisiones aún más altas que encarecerán esos préstamos. Si las tasas también son fijadas con criterio político, muchos de los créditos concedidos pudieran generar pérdidas para los bancos y, por tanto, su descapitalización. En esas condiciones, es de esperar que varias entidades de crédito se retiren de esa línea de negocio o. cierren sus operaciones. Algo similar ocurrirá con el depositante: cuando se entere que su banco está destinando una porción de su dinero a operaciones financieras poco ortodoxas, simplemente retirará su dinero. Preferirá tenerlo bajo su colchón, antes que correr el riesgo de perderlo, porque su banco fue incapaz de recuperar el crédito que la Junta Bancaria le obligó a conceder.