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QUE EL PUEBLO DECIDA

Por: Tema(s): En: El Comercio 22 mar. 2006, p. 4Resumen: El Ecuador es un país fracturado y era previsible que la negociación del TLC desataría el presente conflicto social y político. Y es que no somos Colombia ni Perú. Aquí la movilización y organización social es mayor y un sector importante del país, de los más afectados por un eventual TLC, posee una capacidad de respuesta impresionante. El resto del país, empero, mira atónito el bloqueo; no sólo de carreteras sino mental al que hemos llegado. En la arena a favor y en contra del TLC se enfrentan dos minorías movilizadas, las dos han cerrado sus posiciones y se anuncia una escalada del conflicto. Pero el problema de fondo no es quién se impondrá sino cómo lograr que una firma o negación del TLC represente un paso del país hacia el futuro. El debate no es sólo si el Tratado de Libre Comercio traerá venturas o tragedias, oportunidades o afectación, sino cómo hacemos para que el resultado, cualquiera éste sea, contribuya a cohesionar al Ecuador y a aumentar las oportunidades del conjunto. La única respuesta a la movilización indígena es la democracia, no la imposición. Sólo si el pueblo ecuatoriano se pronuncia en su totalidad el producto nos pertenecerá a todos y será posible avanzar en una agenda de país. El Ecuador requiere no solo un salto competitivo y comercial sino también un salto democrático. Con o sin Tratado de Libre Comercio, no podremos avanzar en la globalización si se sigue pensando que a los indígenas y a los más afectados las cosas se les puede imponer como en la Colonia.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO El Comercio. 22 mar. 2006, p. 4 Disponible

El Ecuador es un país fracturado y era previsible que la negociación del TLC desataría el presente conflicto social y político. Y es que no somos Colombia ni Perú. Aquí la movilización y organización social es mayor y un sector importante del país, de los más afectados por un eventual TLC, posee una capacidad de respuesta impresionante. El resto del país, empero, mira atónito el bloqueo; no sólo de carreteras sino mental al que hemos llegado. En la arena a favor y en contra del TLC se enfrentan dos minorías movilizadas, las dos han cerrado sus posiciones y se anuncia una escalada del conflicto. Pero el problema de fondo no es quién se impondrá sino cómo lograr que una firma o negación del TLC represente un paso del país hacia el futuro. El debate no es sólo si el Tratado de Libre Comercio traerá venturas o tragedias, oportunidades o afectación, sino cómo hacemos para que el resultado, cualquiera éste sea, contribuya a cohesionar al Ecuador y a aumentar las oportunidades del conjunto. La única respuesta a la movilización indígena es la democracia, no la imposición. Sólo si el pueblo ecuatoriano se pronuncia en su totalidad el producto nos pertenecerá a todos y será posible avanzar en una agenda de país. El Ecuador requiere no solo un salto competitivo y comercial sino también un salto democrático. Con o sin Tratado de Libre Comercio, no podremos avanzar en la globalización si se sigue pensando que a los indígenas y a los más afectados las cosas se les puede imponer como en la Colonia.

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