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LA DOLARIZACION PULVERIZO EL INGRESO

Tema(s): En: Expreso 29 ago. 2005, p. 7Resumen: El Gobierno central está viviendo una fiesta, pero se ha olvidado de lo duro que puede resultar la resaca. Cuando el país adoptó la dolarización, en el año 2000, conocía con exactitud la regla: evitar el excesivo gasto fiscal. Y no ha cumplido esa tarea. No contuvo el gasto público ni frenó el endeudamiento y las cifras no dejan lugar a dudas: en el 2000 la masa salarial (sueldos del sector público) era de 700 millones de dólares y para este se prevén 2.300 millones. El gasto primario (sin intereses) del Gobierno desde el 2001 ha sido superior a la inflación. En ese año fue de 3.130 millones de dólares y para el 2005 se lo estima en 5.046 millones. Solo este año se proyecta una inflación del 2,8 por ciento mientras el gasto lo hará en 7,7 por ciento. El 2004 la diferencia fue de casi 10 puntos. El jefe del Observatorio de Política Fiscal, Jaime Carrera, no duda en decir que si bien la dolarización trajo consigo una reducción de los precios, de tasas de interés y estabilidad cambiaria, la bonanza resulta ser un peligroso espejismo. La explicación a esa hipótesis se basa en que existe una balanza comercial privada (sin incluir el petróleo) negativa, déficit en la balanza de cuenta corriente, de servicios y de pagos. Pero además, los flujos de dólares en el presupuesto, esto es, lo que se recibe y se paga en intereses y amortizaciones, tiene un desfase. "Un hueco de 500 millones de dólares y eso es lo más indeseable en dolarización". Haberse endeudado internamente para pagar el servicio de la deuda externa implica la salida de divisas, por cuanto no hay acceso a nuevos recursos del exterior. "Estamos sacando dinero del país cuando lo ideal es mantenerlo aquí". Pero además, para que se generen nuevas plazas de trabajo el Producto Interno Bruto del Ecuador debe crecer a tasas del 8 por ciento, pues la Población Económicamente Activa lo hace al 4 por ciento.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Expreso. 29 ago. 2005, p. 7 Disponible

El Gobierno central está viviendo una fiesta, pero se ha olvidado de lo duro que puede resultar la resaca. Cuando el país adoptó la dolarización, en el año 2000, conocía con exactitud la regla: evitar el excesivo gasto fiscal. Y no ha cumplido esa tarea. No contuvo el gasto público ni frenó el endeudamiento y las cifras no dejan lugar a dudas: en el 2000 la masa salarial (sueldos del sector público) era de 700 millones de dólares y para este se prevén 2.300 millones. El gasto primario (sin intereses) del Gobierno desde el 2001 ha sido superior a la inflación. En ese año fue de 3.130 millones de dólares y para el 2005 se lo estima en 5.046 millones. Solo este año se proyecta una inflación del 2,8 por ciento mientras el gasto lo hará en 7,7 por ciento. El 2004 la diferencia fue de casi 10 puntos. El jefe del Observatorio de Política Fiscal, Jaime Carrera, no duda en decir que si bien la dolarización trajo consigo una reducción de los precios, de tasas de interés y estabilidad cambiaria, la bonanza resulta ser un peligroso espejismo. La explicación a esa hipótesis se basa en que existe una balanza comercial privada (sin incluir el petróleo) negativa, déficit en la balanza de cuenta corriente, de servicios y de pagos. Pero además, los flujos de dólares en el presupuesto, esto es, lo que se recibe y se paga en intereses y amortizaciones, tiene un desfase. "Un hueco de 500 millones de dólares y eso es lo más indeseable en dolarización". Haberse endeudado internamente para pagar el servicio de la deuda externa implica la salida de divisas, por cuanto no hay acceso a nuevos recursos del exterior. "Estamos sacando dinero del país cuando lo ideal es mantenerlo aquí". Pero además, para que se generen nuevas plazas de trabajo el Producto Interno Bruto del Ecuador debe crecer a tasas del 8 por ciento, pues la Población Económicamente Activa lo hace al 4 por ciento.

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