DOLARIZACION Y POBREZA

Antes de la instrumentación de la dolarización, la economía ecuatoriana estuvo sometida a un constante proceso de especulación y redistribución inversa del ingreso, lo que significa que los gobiernos se financiaban con emisión inorgánica de dinero, generando inflación y reduciendo automáticamente los salarios de los trabajadores en relación de dependencia, trasladando esa diferencia a los dueños de capital. A su vez, vivíamos en un proceso de devaluaciones constantes, en el que los dueños de la información financiera podían obtener grandes ganancias a costa, otra vez, de las personas que no disponían de esta información. La dolarización ha permitido la recuperación de los salarios y el fin del proceso de robo del poder adquisitivo de los trabajadores; sin embargo, la estabilización ha resultado necesaria pero no suficiente para lograr el crecimiento económico necesario, en vista de los graves problemas estructurales del país y que el Gobierno actual ha sido incapaz de resolver: no hemos visto ningún avance en la reestructuración del Estado, aduanas, seguridad social o jurídica, y absolutamente nada en el campo de energía eléctrica o del petróleo. El Gobierno se ha limitado a disfrutar de la estabilidad que genera el sistema monetario y a gastar los recursos provenientes del incremento en los precios del petróleo y del envío de remesas de los emigrantes, dejando de recibir al menos el ingreso de US 6 000 millones, en los sectores de hidrocarburos, eléctrico y aduanas -por nombrar algunos-, lo que representa una clara razón para que el crecimiento no haya sido suficiente para revertir los índices de pobreza.