ATRIBULADOS POR PRECIO DEL PETROLEO

El precio del crudo está a su nivel máximo de los últimos 20 años. Como es de esperarse, afecta negativamente a los países importadores: en la República Dominicana las empresas generadoras no están importando combustible porque no recuperan lo suficiente de la venta de la energía eléctrica dado el subsidio en las tarifas, y el país en tinieblas, ha rechazado al Presidente que se postulaba a la reelección. En Venezuela, en contraste, el alto precio del crudo permitió en los últimos meses al presidente Chávez hacer una enorme inversión en obras sociales que le ha valido el abrumador triunfo en el referéndum. El Ecuador es la paradoja. Los ecuatorianos no vivimos ningún auge por el alto precio de nuestra principal exportación; y tampoco hay un agresivo programa de reducción de la deuda. El Ministro de Economía se queja de que "si bien ha aumentado el precio del crudo... el nivel de ingresos al Estado no es tan elevado". ¿Qué está pasando? Estamos pagando las consecuencias del total desorden en lo que es refinación y comercialización de combustibles, generación y distribución eléctrica. En síntesis, si las empresas de refinación y comercialización de petróleo, generación y distribución eléctrica fuesen eficientes, sean estatales, mixtas o privadas, y si en el país rigieran precios de mercado para la electricidad y combustibles, gravados a lo sumo con el IVA, el Estado tendría rentas petroleras de alrededor de US 2.800 millones. En lugar de eso, el Presupuesto solo contempla ingresos por US 1.200 millones, y el resto del sector público, incluyendo los fondos de ahorro, otros US 1.000 más: desaparecen US 600 millones en un hoyo negro. Y ahí está la respuesta: no nos beneficiamos del alto precio del petróleo en la magnitud en que deberíamos hacerlo, porque hay un desperdicio de recursos en la distribución y comercialización energética. Lo más preocupante es que si esto sucede cuando el precio está alto, cuando el precio esté bajo la cosa será peor. El presidente Gutiérrez corre el peligro de dejar el poder como Hipólito Mejía, con el país en tinieblas.