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UNA GANGRENA MENTAL CONTAGIOSA

Por: Tema(s): En: Hoy 30 abr. 2003, p. A. 4Resumen: Desde hace rato se busca debilitar y hasta desaparecer a la principal empresa del país. Las transnacionales y sus tinterillos criollos, desde siempre, le han tenido desafección. En 1993, con el fin de racionalizar el manejo de los recursos fiscales, a la Empresa Estatal Petróleos del Ecuador le retiraron el 10 por ciento de sus ingresos destinados a inversión y de allí en adelante le fueron mermando sus facultades. Financieramente se le transformó en un ente burocrático cualquiera, obligado a mendigar sus inversiones al Gobierno cual si fuera una procuraduría de un ministerio cualquiera. Ahora, en lugar de mejorar el funcionamiento del ente estatal, incorporando complementariamente el aporte privado, la apuesta continuista del Gobierno del coronel Lucio Gutiérrez busca asegurar 'la participación del capital privado en las distintas fases de la industria petrolera nacional'. Lo grave en este colapso es que casi nadie reacciona. Frente a este fracaso programado se asume como verdad revelada que el Estado no tendría recursos para invertir (pero los tuvo para los banqueros corruptos, los tiene para adelantar los pagos de la deuda externa y los tendría con una facilidad petrolera), que no dispondría de la tecnología adecuada (ocultando que ésta es comprable, tal como lo hacen las propias transnacionales) y que, en consecuencia, habría que aceptar -como única solución- la privatización. La sociedad parece acostumbrada a tanta gangrena mental.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Hoy. 30 abr. 2003, p. A. 4 Disponible

Desde hace rato se busca debilitar y hasta desaparecer a la principal empresa del país. Las transnacionales y sus tinterillos criollos, desde siempre, le han tenido desafección. En 1993, con el fin de racionalizar el manejo de los recursos fiscales, a la Empresa Estatal Petróleos del Ecuador le retiraron el 10 por ciento de sus ingresos destinados a inversión y de allí en adelante le fueron mermando sus facultades. Financieramente se le transformó en un ente burocrático cualquiera, obligado a mendigar sus inversiones al Gobierno cual si fuera una procuraduría de un ministerio cualquiera. Ahora, en lugar de mejorar el funcionamiento del ente estatal, incorporando complementariamente el aporte privado, la apuesta continuista del Gobierno del coronel Lucio Gutiérrez busca asegurar 'la participación del capital privado en las distintas fases de la industria petrolera nacional'. Lo grave en este colapso es que casi nadie reacciona. Frente a este fracaso programado se asume como verdad revelada que el Estado no tendría recursos para invertir (pero los tuvo para los banqueros corruptos, los tiene para adelantar los pagos de la deuda externa y los tendría con una facilidad petrolera), que no dispondría de la tecnología adecuada (ocultando que ésta es comprable, tal como lo hacen las propias transnacionales) y que, en consecuencia, habría que aceptar -como única solución- la privatización. La sociedad parece acostumbrada a tanta gangrena mental.

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