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UN OMINOSO DEFICIT

Por: Tema(s): En: El Telégrafo 24 dic. 2002, p. A. 5Resumen: Casi todas las cuentas corrientes de la balanza de pagos del país son deficitarias. Somos deficitarios en el comercio de bienes y en el de servicios, así como en los flujos de rentas recibidas y enviadas. El déficit comercial es alarmantemente creciente, debido a que las importaciones aumentan mucho más aprisa que las exportaciones, el grueso del déficit comercial se origina en nuestro comercio con pocos países, especialmente con Colombia y Venezuela. En el 2001 nuestro déficit con esos dos países, considerados en conjunto, representaba el 80 por ciento del déficit con el mundo, y en el 2002 probablemente el 90 por ciento. No es razonable cruzarnos de brazos ante el déficit comercial, ni ante el hecho de que nuestro comercio con esos dos países es la fuente principal del mismo. El gobierno nacional ha empezado a aplicar puntualmente salvaguardias específicas, y eso es positivo, aunque no suficiente. Ha eliminado los aranceles a unas pocas materias primas y bienes de capital que no se producen en ningún país de la Comunidad Andina, con miras a mejorar la competitividad de la producción nacional, y eso también es positivo, aunque tampoco suficiente. Hace falta algo más sistémico y de largo plazo, y eso no aparece por ningún lado todavía. No, no podemos desentendernos del problema. Hay que definir una estrategia nacional para enfrentarlo, estrategia que debe contemplar tanto medidas urgentes, de corto largo plazo, como otras de mediano y largo plazo. Un ominoso futuro nos espera ni no solucionamos este problema a tiempo.
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Casi todas las cuentas corrientes de la balanza de pagos del país son deficitarias. Somos deficitarios en el comercio de bienes y en el de servicios, así como en los flujos de rentas recibidas y enviadas. El déficit comercial es alarmantemente creciente, debido a que las importaciones aumentan mucho más aprisa que las exportaciones, el grueso del déficit comercial se origina en nuestro comercio con pocos países, especialmente con Colombia y Venezuela. En el 2001 nuestro déficit con esos dos países, considerados en conjunto, representaba el 80 por ciento del déficit con el mundo, y en el 2002 probablemente el 90 por ciento. No es razonable cruzarnos de brazos ante el déficit comercial, ni ante el hecho de que nuestro comercio con esos dos países es la fuente principal del mismo. El gobierno nacional ha empezado a aplicar puntualmente salvaguardias específicas, y eso es positivo, aunque no suficiente. Ha eliminado los aranceles a unas pocas materias primas y bienes de capital que no se producen en ningún país de la Comunidad Andina, con miras a mejorar la competitividad de la producción nacional, y eso también es positivo, aunque tampoco suficiente. Hace falta algo más sistémico y de largo plazo, y eso no aparece por ningún lado todavía. No, no podemos desentendernos del problema. Hay que definir una estrategia nacional para enfrentarlo, estrategia que debe contemplar tanto medidas urgentes, de corto largo plazo, como otras de mediano y largo plazo. Un ominoso futuro nos espera ni no solucionamos este problema a tiempo.

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