MASOQUISMO

El placer de inferirse daño a sí mismos parece haberse difundido entre los ecuatorianos, pues solo eso explicaría la oposición radical a todo proyecto que tienda a modernizar la sociedad, a crear mejores servicios y ofrecer condiciones más favorables para el consumidor. Se demoró casi diez años la decisión para construir el OCP, que permitirá al país exportar alrededor de 400 mil barriles de petróleo diarios adicionales. Ahora, el masoquismo se traduce en la oposición virulenta a la venta del 51 por ciento del capital de las empresas comercializadoras de energía eléctrica. No se trata de acciones de las compañías de generación. Las autoridades sostienen que no se podrá avanzar en la modernización del sector eléctrico -cuestión clave para el crecimiento económico- sin que, en primer término, haya una administración eficiente en la fase comercial, hoy en manos de una multiplicidad de empresas descoyuntadas, en las que prima el compadrazgo y el favoritismo, que acusan pérdidas sustanciales y que no pagan a las generadoras. Si fracasa la venta del 51 por ciento de acciones de las comercializadoras eléctricas, sería mejor volver al antiguo Inecel con todos los defectos e ineficiencias, porque, en todo caso, eran menores que la desorganización y corruptelas de las 17 empresas eléctricas.