LA REFORMA CRUCIAL

La piramidación sobre la que se cimienta el actual sistema de aportes y prestaciones previsionales, colapsará cuando la población que financia sea menor que la beneficiada. En Chile se inició el sistema de aporte individual en 1980. Al comienzo, este hizo agua porque un porcentaje importante de las inversiones se concentraba en el sistema financiero, que colapsó en 1983 de manera incluso más profunda que cuando nuestra crisis de 1999. Esto llevó a establecer un marco regulatorio extremadamente rígido: como los aportes son de largo plazo, la mayoría de las inversiones también debían serlo; se motivó la competencia entre las administradoras, y el libre tránsito de los aportantes, lo que genera incentivos para administrar mejor los fondos. El resultado ha sido impresionante: los ahorros previsionales alcanzan tres veces el PIB chileno, las bolsas de valores han multiplicado su valor por un factor de 120, el retorno que obtienen en promedio los primeros jubilados es de 6 por ciento quitado el efecto inflación. Quizás los gritos de los jubilados sirvieran para presionar a los diputados para reformar en realidad el sistema de previsión social. Son temas que tarde o temprano nos tocará enfrentar, como ocurre con la muerte, a todos, Estado y ciudadanos, sin excepción.