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Y LE PERDONARON LA VIDA

Por: Tema(s): En: El Comercio 5 sep. 2000, p. A. 4Resumen: Cuando se tomó aquella medida desesperada de convertir nuestra moneda en dólares de los Estados Unidos, se le despojó simultáneamente al Banco Central del Ecuador (BCE) de su facultad privativa de emitir moneda, derogando, de hecho, la Ley de Régimen Monetario, que le asignaba la facultad de conducir la política monetaria, crediticia y cambiaria del país, y por ende, la de emitir moneda. Una serie de leyes dictadas por el actual Congreso y más de una reglamentación expedida por el Ejecutivo señalan algunos deberes asignados a dicho BCE, sin que se vislumbre tampoco que la existencia del Banco del Estado corra peligro; ninguno de los dos absorberá al otro, aun cuando el ejemplo de Chile, que puede darnos una lección de buena política económica, haya sepultado a su Banco Central. Ya que se ha perdonado la vida al nuestro, habría que pensar, más que como sepultureros, como médicos, e insuflar vida y recursos a un agonizante: el Banco Nacional de Fomento, que es y debe seguir siendo, particularmente, el banco de los agricultores y de los pequeños industriales, pero que ha dejado de tener suficiente capital de trabajo y que, como cualquier empresario semiquebrado, sigue haciendo milagros de "saltimbanqui" en la cuerda floja.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO El Comercio. 5 sep. 2000, p. A. 4 Disponible

Cuando se tomó aquella medida desesperada de convertir nuestra moneda en dólares de los Estados Unidos, se le despojó simultáneamente al Banco Central del Ecuador (BCE) de su facultad privativa de emitir moneda, derogando, de hecho, la Ley de Régimen Monetario, que le asignaba la facultad de conducir la política monetaria, crediticia y cambiaria del país, y por ende, la de emitir moneda. Una serie de leyes dictadas por el actual Congreso y más de una reglamentación expedida por el Ejecutivo señalan algunos deberes asignados a dicho BCE, sin que se vislumbre tampoco que la existencia del Banco del Estado corra peligro; ninguno de los dos absorberá al otro, aun cuando el ejemplo de Chile, que puede darnos una lección de buena política económica, haya sepultado a su Banco Central. Ya que se ha perdonado la vida al nuestro, habría que pensar, más que como sepultureros, como médicos, e insuflar vida y recursos a un agonizante: el Banco Nacional de Fomento, que es y debe seguir siendo, particularmente, el banco de los agricultores y de los pequeños industriales, pero que ha dejado de tener suficiente capital de trabajo y que, como cualquier empresario semiquebrado, sigue haciendo milagros de "saltimbanqui" en la cuerda floja.

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