SALARIO

En el último período, los precios de los productos y servicios que conforman la canasta familiar se incrementaron que se volvió imperioso recuperar, al menos en parte, el poder adquisitivo del salario. No se trata solo de un acto de justicia social; la economía tampoco podría reactivarse, como se anhela, si la demanda de los trabajadores permaneciese deprimida por mucho tiempo. Pero las condiciones económicas del país también elevaron los costos de las empresas a niveles tan altos que a algunas les resultaría imposible asimilar nuevos incrementos excesivos, lo que incluye el costo laboral. No tomar en cuenta esta realidad derivaría en el cierre de muchas fuentes de trabajo, con el aumento consiguiente del desempleo. Algo similar ocurre con el sector público; su déficit, de por sí abultado, se incrementará significativamente con cualquier alza que se apruebe, lo que inexorablemente pone límites a la tan anhelada mejora salarial. Todo esto lamentablemente volvió imposible un acuerdo entre empresarios y trabajadores, y la decisión quedó en manos del Estado. Según la información disponible, sus representantes han optado por un alza moderada y cautelosa, con el objetivo prioritario de no seguir quitando estímulos a la inversión privada y no agravar la difícil situación fiscal.