OTRO AÑO PERDIDO

A juzgar por el nivel de bienestar de la población ecuatoriana en su conjunto, 1998 ha sido un año de bajada, por una pendiente peligrosa que nos estaría llevando a profundidades sociales de difícil recuperación. La inflación del 45 por ciento golpea fuertemente a la clase pobre, que cada día compra menos con lo que gana, con lo cual la producción disminuye y el desempleo crece sin remedio. Entonces la mancha de pobreza es cada vez más grande, mientras la concentración del poco ingreso de un país como el nuestro favorece a pocos ecuatorianos incluidos en el injusto sistema imperante. La bajada por la pendiente comenzó en 1995 y desde entonces el país no se recupera. El Ecuador desnudó sus debilidades económicas por su alta dependencia en la pequeña proporción de su población que tiene poder de compra. No podemos hablar de un mercado de 12 millones de habitantes sino de 5 millones, cuando más, si aceptamos la cifra de que el 60 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza.