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EL ESTADO Y EL MERCADO

Por: Tema(s): En: El Comercio 17 sep. 1997, p. A.4Resumen: Hoy en día, la libertad de los mercados es discriminatoria para la mayoría de los ecuatorianos que deben participar en condiciones desventajosas. En efecto, la población pobre del país, más del 52 por ciento del total, carece de capacidad para participar equitativamente en el mercado, así la libertad de los mercados no pasa de ser una consigna vacía de contenido real, lo mismo que la acción estatal orientada a corregirlo, que no ha sido otra cosa que el mecanismo para provocar y mantener las distorsiones del mercado. Ahí radica precisamente el problema de la relación entre el Estado y mercado en el país. ¿Qué hacer si tanto el Estado como el mercado están condicionados por los mismos intereses? ¿Acaso no son los poderosos los que modifican las reglas de juego? ¿Cómo quebrar la persistencia de conductas anacrónicas y antiproductivas de quienes dominan los mercados? ¿Cómo hacerlos más transparentes y controlar los monopolios?. El problema consiste en que el Estado históricamente ha demostrado no ser neutral en sus intervenciones. No se ha logrado hasta ahora actuar en representación del interés común. El Estado se encuentra en una situación crítica, no sólo burocratizado y torpe en la toma de decisiones, sino incapaz de cumplir con sus funciones más generales y mucho peor con los objetivos de cambio.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO RESUM-011918 (Navegar estantería(Abre debajo)) El Comercio. 17 sep. 1997, p. A.4 Disponible

Hoy en día, la libertad de los mercados es discriminatoria para la mayoría de los ecuatorianos que deben participar en condiciones desventajosas. En efecto, la población pobre del país, más del 52 por ciento del total, carece de capacidad para participar equitativamente en el mercado, así la libertad de los mercados no pasa de ser una consigna vacía de contenido real, lo mismo que la acción estatal orientada a corregirlo, que no ha sido otra cosa que el mecanismo para provocar y mantener las distorsiones del mercado. Ahí radica precisamente el problema de la relación entre el Estado y mercado en el país. ¿Qué hacer si tanto el Estado como el mercado están condicionados por los mismos intereses? ¿Acaso no son los poderosos los que modifican las reglas de juego? ¿Cómo quebrar la persistencia de conductas anacrónicas y antiproductivas de quienes dominan los mercados? ¿Cómo hacerlos más transparentes y controlar los monopolios?. El problema consiste en que el Estado históricamente ha demostrado no ser neutral en sus intervenciones. No se ha logrado hasta ahora actuar en representación del interés común. El Estado se encuentra en una situación crítica, no sólo burocratizado y torpe en la toma de decisiones, sino incapaz de cumplir con sus funciones más generales y mucho peor con los objetivos de cambio.

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