OTRO CUENTO DE LA LIBRE COMPETENCIA

Desde enero de 1994, en el gobierno de Sixto Durán Ballén, se aplicó un esquema de precios de los combustibles que permitía, contra toda lógica económica, su variación mensual, impulsada por razones fiscalistas. A esto se sumó un aumento del margen de comercialización del 4 al 11 por ciento, y luego a más del 20. Por último se obligó a todos los gasolineros privados a mejorar sus instalaciones y afiliarse a una comercializadora. Las comercializadoras se han aprovechado desde entonces del usufructo barato de las instalaciones de transporte y almacenamiento de PETROECUADOR. Además, la mayor parte de la utilidad va a esas empresas, que han invertido realmente poco, mientras el mayor esfuerzo ha sido de los gasolineros. En este esquema no hubo competencia, por su estructura oligopólica. Cuando se congelaron los precios se desnudaron los problemas del negocio, con la quiebra de varios gasolineros o la entrega de las estaciones a las comercializadoras. Estas han planteado un paro de actividades si el Estado limita sus utilidades y se instala una cadena de gasolineras por parte de PETROCOMERCIAL. Esto último es indispensable y urgente, y liberaría a los gasolineros privados de sus cadenas con las comercializadoras.