UN MAL NEGOCIO PARA TODOS

De acuerdo a estudios recientes de organismos internacionales, más del 50 por ciento de la población ecuatoriana es pobre. La situación en el área rural reviste mayor gravedad, pues la pobreza alcanza al 67 por ciento. Las mujeres, los jóvenes y los niños son los grupos sociales más afectados. Estudios preparados por la Fundación Esquel, muestran que Ecuador es uno de los países de América Latina que exhibe mayor grado de inequidad en la distribución del ingreso. En efecto, en nuestro país el 10 por ciento más rico de la población recibe cerca del 55 por ciento del ingreso nacional, en tanto que el 20 por ciento más pobre sólo recibe el 5 por ciento del ingreso total, algo moralmente escandaloso, económicamente nocivo y políticamente muy peligroso. El combate a la pobreza es, sin duda, el mayor desafío que enfrenta el país. Mantenerla es un mal negocio para todos. Eliminarla es más que una simple aspiración ética. Es una necesidad urgente de nuestra nación. Si no se resuelve este problema, será imposible tener una economía vigorosa: los ecuatorianos no podrán acceder a trabajos bien remunerados, los empresarios no podrán vender por falta de mercado y participar apropiadamente en la globalización. La democracia a la postre, será una ficción, si más de la mitad de la población está fuera de mercado. Muy brevemente, ¿que se puede aprender de las experiencias exitosas de lucha contra la pobreza? Fundamentalmente tres cosas. Uno, que no existen modelos universales para lograr el crecimiento y la equidad. Dos, el crecimiento económico por sí solo no basta para produc ir equidad. Y tres, es necesario abrir espacio de participación para las organizaciones de la sociedad civil, de manera tal que puedan ejercer su papel protagónico y autogestionario.