RECORTE DEL PRESUPUESTO

El financiamiento de los gastos de la guerra puede llevar a un recorte del 40 por ciento de los gastos del gobierno central y obliga a reducir partidas destinadas al régimen seccional así como a aumentar los ingresos, después de que la ciudadanía ya pagó el impuesto al rodaje y contribuyó con dos días de sueldo. Teóricamente es fácil mantener el equilibrio económico: si la guerra obligó a mayores gastos habrá que aumentar los ingresos y recortar gastos en otros sectores. En la práctica los países de la región no han podido mantener ese equilibrio y han recurrido, debido a los conflictos de intereses y a las aspiraciones de participar de los recursos públicos, a emisiones inorgánicas que han producido inflación, agudización de los mismos conflictos y estancaniento económico. Es de esperar que el gobierno actúe con equidad para repartir el sacrificio que se avecina de manera equilibrada, para que no caiga exclusivamente en los grupos sociales más débiles.