MINISTRO SOBERBIO

Contestar a las innumerables opiniones contrarias al proyecto de ampliación del oleoducto diciendo que se realizará contra viento y marea, sin analizar las objeciones, acusando a un dirigente sindical que rechaza el proyecto de que lo hace bajo los efectos del alcohol y a todos los que se oponen de antipatrias, es demostración de soberbia, inaceptable en un ministro de Estado. La obligación del funcionario es argumentar e informar; responder a las inquietudes basadas en razones técnicas; contestar por qué se establece un 30 por ciento de participación para el Estado cuando antes era el 40 por ciento y teniendo en cuenta que la infraestructura actual que se entregará al adjudicatario vale mucho más que lo que se invertirá en la nueva construcción; especificar cómo se controlaría el costo de operación del oleoducto y cuál sería el resultado económico de la operación. El ministro de Energía sabe que no es normal haber cambiado cinco veces las bases de licitación, que la administración de PETROECUADOR ha sido eficiente y que la acción del gobierno atenta contra sus propios enunciados de que la privatización desmonopoliza los servicios públicos.