12.000 asociaciones proveen de bienes y servicios al Estado El Telégrafo

Aidé Zambrano, de Manabí; Segundo Tomaquiza, de Tungurahua; Miryam Chango, de Cotopaxi; Marieta Procel, de Esmeraldas; son emprendedores organizados que decidieron crear asociaciones en sus respectivas localidades para producir y comercializar sus productos y servicios. La solidaridad es la esencia de sus emprendimientos. Ecuador reconoce a la Economía Popular y Solidaria (EPS) como “una forma de organización económica en la que sus integrantes se unen para producir, intercambiar, comercializar, financiar y consumir bienes y servicios que les permitan satisfacer sus necesidades y generar ingresos”, como señala el Artículo 1 de la Ley Orgánica de la Economía Popular y Solidaria. Antes de formar parte de la EPS, muchos ecuatorianos pasaron por la denominada economía informal, que no brindaba ningún tipo de garantía y que, por el contrario, se busca erradicar. “Hablar de EPS es un salto cualitativo que exige estructura, reglas y formas específicas de funcionamiento”, afirmó José ‘Bepi’ Tonello, subdirector del Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP), entidad que brinda apoyo a más de 1.200 organizaciones populares en 22 provincias. “Hemos visto el esfuerzo de las personas que requieren resolver sus problemas para encontrar un trabajo”. La solidaridad, entendida desde los principios de la Economía Popular y Solidaria, es una forma de organización de personas que buscan el bien común, cuyos principios de desarrollo se fundamentan en el compañerismo, la productividad incluyente, participativa y equitativa, es decir que no busca el lucro o rentabilidad individual. Se trata más bien de la construcción de otra racionalidad de desarrollo, inspirada en la equidad social.