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¿Es el FMI una opción? Expreso

Por: Detalles de publicación: Guayaquil Expreso 2015Descripción: p. 8Tema(s): Recursos en línea: En: Expreso Año 43 N° 15459 (2 nov. 2015)Resumen: De acuerdo al anuncio presidencial, el presupuesto estatal requerirá alrededor de $6.000 millones de financiamiento, asumiendo que el barril de petróleo de $35 usado para cuadrar las cuentas presupuestarias se mantiene en dicho valor. El Gobierno tiene opciones de financiamiento, todas ellas poco atractivas: incrementar los créditos originados en China o en algún otro acreedor bilateral, buscar financiamiento multilateral, emitir bonos o ampliar la preventa de petróleo. Los créditos de China son crecientemente escasos, el petróleo está prevendido a través de las transacciones con empresas privadas y públicas, en condiciones inaceptables por lesivas y onerosas. Queda entonces el FMI, cuya opción hace poner los pelos de punta a los ideólogos del Gobierno y significaría la reversión total de una posición política vinculada, como se lo ha dicho hasta la náusea, al odiado neoliberalismo. Pero en este caso, la ideología choca contra las realidades económicas presentes y previstas por el propio Gobierno. La balanza de pagos no se puede seguir manejando a palos, sometiendo a la actividad productiva a los grilletes de la represión financiera. Se requieren créditos de liquidez, y abrir todas las opciones de financiamiento en condiciones aceptables y no vergonzantes. Con cuánto se podría acceder al Fondo dependerá de la capacidad negociadora de las autoridades económicas. Específicamente, el FMI pondrá la condicionalidad del manejo del subsidio a los combustibles como elemento de contraparte. Esto por cuanto es evidente que el Gobierno ha tenido que recurrir a financiamientos onerosos para sostener un subsidio que es a la vez masivo, regresivo e ineficiente. Por último, la corrección en las actuales circunstancias de precios deprimidos sería menor, y su impacto recesivo puede ser absorbido por la economía.
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De acuerdo al anuncio presidencial, el presupuesto estatal requerirá alrededor de $6.000 millones de financiamiento, asumiendo que el barril de petróleo de $35 usado para cuadrar las cuentas presupuestarias se mantiene en dicho valor. El Gobierno tiene opciones de financiamiento, todas ellas poco atractivas: incrementar los créditos originados en China o en algún otro acreedor bilateral, buscar financiamiento multilateral, emitir bonos o ampliar la preventa de petróleo. Los créditos de China son crecientemente escasos, el petróleo está prevendido a través de las transacciones con empresas privadas y públicas, en condiciones inaceptables por lesivas y onerosas. Queda entonces el FMI, cuya opción hace poner los pelos de punta a los ideólogos del Gobierno y significaría la reversión total de una posición política vinculada, como se lo ha dicho hasta la náusea, al odiado neoliberalismo. Pero en este caso, la ideología choca contra las realidades económicas presentes y previstas por el propio Gobierno. La balanza de pagos no se puede seguir manejando a palos, sometiendo a la actividad productiva a los grilletes de la represión financiera. Se requieren créditos de liquidez, y abrir todas las opciones de financiamiento en condiciones aceptables y no vergonzantes. Con cuánto se podría acceder al Fondo dependerá de la capacidad negociadora de las autoridades económicas. Específicamente, el FMI pondrá la condicionalidad del manejo del subsidio a los combustibles como elemento de contraparte. Esto por cuanto es evidente que el Gobierno ha tenido que recurrir a financiamientos onerosos para sostener un subsidio que es a la vez masivo, regresivo e ineficiente. Por último, la corrección en las actuales circunstancias de precios deprimidos sería menor, y su impacto recesivo puede ser absorbido por la economía.

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