A propósito de los economistas y su carta navideña Juan Fernando Terán
Detalles de publicación: Guayaquil El Telégrafo 2015Descripción: p. 07Tema(s): Recursos en línea: En: El Telégrafo N° 47.664 (26 oct. 2015)Resumen: Toda política pública implica ganadores y perdedores. Para proponer una alternativa de política, en primer lugar, se requiere ‘consistencia’. No existe propuesta económica mientras no se establezcan los objetivos de la acción y los medios para alcanzarlos. A su vez, una propuesta económica presupone asumir que la política económica es, primero y ante todo, ‘política’. Esto significa que las decisiones gubernamentales para el manejo de variables macroeconómicas están siempre impregnadas por creencias, valores, intereses y expectativas desde los cuales, con buena o mala intención, se define “quién recibe, qué recibe, cuándo recibe y cómo recibe”. En Ecuador, las personas y los grupos sociales conservan aún prácticas simbólicas para lograr una vinculación clientelar y paternalista con la autoridad. Esta modalidad tradicional de interlocución no es el preámbulo para una nueva economía o para un nuevo Estado. Si las propuestas de apoyo u oposición al actual Gobierno Nacional estuviesen impregnadas siempre por una lógica de responsabilidad o por una impecable ‘técnica’, la discusión tendería a centrarse en unos pocos objetivos definidos. También le permitiría a la ciudadanía ubicar cómo sus patrones individuales de consumo inciden, aunque no lo quieran ni lo sepan, en las perspectivas macroeconómicas de un país.Toda política pública implica ganadores y perdedores. Para proponer una alternativa de política, en primer lugar, se requiere ‘consistencia’. No existe propuesta económica mientras no se establezcan los objetivos de la acción y los medios para alcanzarlos. A su vez, una propuesta económica presupone asumir que la política económica es, primero y ante todo, ‘política’. Esto significa que las decisiones gubernamentales para el manejo de variables macroeconómicas están siempre impregnadas por creencias, valores, intereses y expectativas desde los cuales, con buena o mala intención, se define “quién recibe, qué recibe, cuándo recibe y cómo recibe”. En Ecuador, las personas y los grupos sociales conservan aún prácticas simbólicas para lograr una vinculación clientelar y paternalista con la autoridad. Esta modalidad tradicional de interlocución no es el preámbulo para una nueva economía o para un nuevo Estado. Si las propuestas de apoyo u oposición al actual Gobierno Nacional estuviesen impregnadas siempre por una lógica de responsabilidad o por una impecable ‘técnica’, la discusión tendería a centrarse en unos pocos objetivos definidos. También le permitiría a la ciudadanía ubicar cómo sus patrones individuales de consumo inciden, aunque no lo quieran ni lo sepan, en las perspectivas macroeconómicas de un país.
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