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La propuesta de Tsipras a la UE era más impuestos a las rentas altas y objetos de lujo

Detalles de publicación: Guayaquil El Telégrafo 2015Descripción: p. 07Tema(s): Recursos en línea: En: El Telégrafo N° 47.546 (30 jun. 2015)Resumen: El primer día del colapso financiero griego solo ha servido para que miles de ciudadanos europeos visualizaran las 2 maneras antagónicas que existen de entender Europa. Una, la de la Troika –Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, dispuesta a todo, incluso a expulsar a Grecia del euro si fuera necesario, con tal de cobrar sus préstamos y sellar las grietas que se han abierto contra su política de austeridad. En el otro lado de la balanza están millones de ciudadanos griegos pero también españoles, portugueses o italianos, por citar a algunos de los países más castigados por la crisis financiera, a los que la angustia comienza a minar el ánimo. Grecia vivió la jornada de ayer en trance colectivo, con los bancos cerrados para evitar su quiebra hasta, al menos, el próximo domingo en el que hay convocado un referéndum sobre la posición europea. Algo similar a lo que se inició en Argentina en diciembre de 2001. Más aún cuando se han filtrado los detalles de la propuesta que Tsipras presentó el pasado lunes para ahorrar 8.000 millones de euros, tal y como le exigía la Troika. Su alternativa era sustituir las medidas de austeridad por una mayor recaudación mediante la reestructuración de la deuda. Y para ello presentó una reforma fiscal en la que el 92,4% del ingreso del Estado procediera de nuevas tasas impositivas a las rentas más altas, al turismo y a los artículos de lujo.
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El primer día del colapso financiero griego solo ha servido para que miles de ciudadanos europeos visualizaran las 2 maneras antagónicas que existen de entender Europa. Una, la de la Troika –Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, dispuesta a todo, incluso a expulsar a Grecia del euro si fuera necesario, con tal de cobrar sus préstamos y sellar las grietas que se han abierto contra su política de austeridad. En el otro lado de la balanza están millones de ciudadanos griegos pero también españoles, portugueses o italianos, por citar a algunos de los países más castigados por la crisis financiera, a los que la angustia comienza a minar el ánimo. Grecia vivió la jornada de ayer en trance colectivo, con los bancos cerrados para evitar su quiebra hasta, al menos, el próximo domingo en el que hay convocado un referéndum sobre la posición europea. Algo similar a lo que se inició en Argentina en diciembre de 2001. Más aún cuando se han filtrado los detalles de la propuesta que Tsipras presentó el pasado lunes para ahorrar 8.000 millones de euros, tal y como le exigía la Troika. Su alternativa era sustituir las medidas de austeridad por una mayor recaudación mediante la reestructuración de la deuda. Y para ello presentó una reforma fiscal en la que el 92,4% del ingreso del Estado procediera de nuevas tasas impositivas a las rentas más altas, al turismo y a los artículos de lujo.

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