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El IESS un debate pendiente Expreso

Por: Detalles de publicación: Guayaquil Expreso 2015Descripción: p. 8Tema(s): Recursos en línea: En: Expreso Año 42 No 15258 (17 abr. 2015)Resumen: Desde su creación, durante el gobierno del doctor Isidro Ayora, la institucionalidad de la seguridad social ecuatoriana ha sido fuente de tensiones y debates que, a la fecha, continúan requiriendo un tratamiento serio que de una vez por todas la libere del inocultable manoseo de los requerimientos coyunturales. Un mal que aún no cesa, ha sido el causado por una permanente inestabilidad de los cargos directivos, sujetos al constante recambio de los ajustes burocráticos de conveniencia. Otro, también crónico, ha sido la abusiva utilización de sus recursos en el saneamiento de los baches fiscales de las raquíticas economías prepetroleras y las derrochadoras que las sustituyeron, con los resultados por todos lamentados ahora. Era apenas obvio que atravesando -sin pausas- esas caóticas condiciones administrativas, también lo fuese la calidad de sus vitales prestaciones, de modo que se hizo igualmente cotidiana la queja de los afiliados que se sentían, con razón, dignos de mejores atenciones, presumiendo ser dueños de la institución. Hoy, cuando incluso esa propiedad ha sido puesta en duda, luego de la reciente aprobación de una así denominada: Ley Orgánica de Justicia Laboral y Reconocimiento del Trabajo del Hogar, sumando la decisión del Gobierno central de no reconocer deuda alguna -de las varias que con el IESS mantiene-, la sombra de una quiebra a futuro vuelve a cernirse sobre sus cabezas, especialmente sobre las de los jubilados que serían los principales perjudicados por el desconocimiento del compromiso de aportar con el 40% a sus pensiones. Cuando la aprobación de la mencionada ley ha determinado también la salida del gabinete del ministro de la Producción, anteriormente directivo del IESS, la crisis debería ser oportunidad para transparentar la situación presente del instituto y su viabilidad. Sin profundas reformas y acciones destinadas a suprimir la corrupción que crónicamente lo ha venido afectando, no la tiene.
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Desde su creación, durante el gobierno del doctor Isidro Ayora, la institucionalidad de la seguridad social ecuatoriana ha sido fuente de tensiones y debates que, a la fecha, continúan requiriendo un tratamiento serio que de una vez por todas la libere del inocultable manoseo de los requerimientos coyunturales. Un mal que aún no cesa, ha sido el causado por una permanente inestabilidad de los cargos directivos, sujetos al constante recambio de los ajustes burocráticos de conveniencia. Otro, también crónico, ha sido la abusiva utilización de sus recursos en el saneamiento de los baches fiscales de las raquíticas economías prepetroleras y las derrochadoras que las sustituyeron, con los resultados por todos lamentados ahora. Era apenas obvio que atravesando -sin pausas- esas caóticas condiciones administrativas, también lo fuese la calidad de sus vitales prestaciones, de modo que se hizo igualmente cotidiana la queja de los afiliados que se sentían, con razón, dignos de mejores atenciones, presumiendo ser dueños de la institución. Hoy, cuando incluso esa propiedad ha sido puesta en duda, luego de la reciente aprobación de una así denominada: Ley Orgánica de Justicia Laboral y Reconocimiento del Trabajo del Hogar, sumando la decisión del Gobierno central de no reconocer deuda alguna -de las varias que con el IESS mantiene-, la sombra de una quiebra a futuro vuelve a cernirse sobre sus cabezas, especialmente sobre las de los jubilados que serían los principales perjudicados por el desconocimiento del compromiso de aportar con el 40% a sus pensiones. Cuando la aprobación de la mencionada ley ha determinado también la salida del gabinete del ministro de la Producción, anteriormente directivo del IESS, la crisis debería ser oportunidad para transparentar la situación presente del instituto y su viabilidad. Sin profundas reformas y acciones destinadas a suprimir la corrupción que crónicamente lo ha venido afectando, no la tiene.

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